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martes, julio 11, 2006

Grassi: un engendro burgués

En el 2002 escribí el artículo que sigue, ahora publicado a propósito de la reciente postergación indefinida del juicio oral contra Julio César Grassi (y porque estoy haciendo un informe que aparecerá el mes que viene en una revista moronense):

GRASSI: UN ENGENDRO DEL RÉGIMEN BURGUÉS

A nadie puede sorprender que la curia haya puesto dudas sobre las denuncias que pesan sobre Julio César Grassi, que fueran hechas públicas la semana pasada por el programa Telenoche Investiga y por las cuales el cura quedó detenido. Argumentan que "hay que esperar que la Justicia determine", mientras ejercen todo tipo de presiones para que el caso sea "considerado" en toda su dimensión, teniendo en cuenta la "obra" realizada por Grassi.
Al mismo tiempo que las acusaciones sobre abuso y corrupción de menores caen sobre Grassi, la mayoría de los medios reclama por "los pobres chicos" que concurren a la Fundación Felices los Niños, cuya sede se encuentra en la localidad de William Morris, distrito de Hurlingham, a la que coinciden en calificar como "una gran obra", independientemente de las aberraciones cometidas por su promotor y director.
Lo que los medios nacionales no dicen es que esta "gran obra" dirigida por Grassi y sostenida por la burguesía, el gobierno y la propia iglesia a través del Obispado de Morón, es desde su inicio un centro experimental para los 'métodos educativos' promovidos por la iglesia e impulsados, de hecho, por todo el establishment económico, político y farandulero de la Argentina, que sostuvo la Fundación con el aporte de millones de dólares.
Ya en 1999, el semanario El Ciudadano de Hurlingham (13/11/99) daba cuenta de los "no pocos profesionales médicos y del área psicosocial que han manifestado sus dudas respecto a los métodos de atención y contención que se aplican con los chicos y adolescentes que concurren al Hogar Don Bosco", sede central de la Fundación ubicada en aquel distrito del conurbano.
Poco más tarde, quien había sido director médico del Hogar durante seis meses, denunciaba a través del mismo medio (31/12/99) que su director técnico, Juan Domingo Pérez, era "un ex-policía –que habría sido exonerado por razones no esclarecidas–, 'un personaje oscuro, de pasado oscuro'", según relató el profesional que fue finalmente despedido por el cura. A ello agregaba que "Pérez 'tenía como ayudante a otro personaje oscuro, de apellido Carballo, cuya teoría era que el niño de la calle ya en la panza de su madre era un niño de la calle. Es decir que había transmisión genética'. Carballo también habría sido miembro de la Policía Federal", añadía El Ciudadano. Para el médico, en el hogar "'se respira un permanente aire de violencia en todas sus expresiones', con una 'política represiva, inmoral en muchos aspectos'".
A todo esto hay que sumar las habituales y extrañas "desapariciones" producidas en el Hogar Don Bosco, tanto de adolescentes varones como de jóvenes embarazadas, denunciadas siempre por la Fundación como "escapes" pero sospechadas de conformar una red de tráfico humano que va desde la prostitución hasta la venta de menores y recién nacidos.
Y el reciente despido del personal de limpieza para ser suplantados por beneficiarios de los 'planes', hecho también denunciado por los medios locales.
Con relación a los oficios que se supone aprenden los chicos en la Fundación, en la misma edición del citado semanario se señalaba que "a Grassi también se le cuestiona que en el Hogar de Morris se elaboren miel y pan", porque "se comprarían afuera y luego se fraccionarían para ser vendidos como producidos allí".
Es decir que la Fundación Felices los Niños no es sólo una pantalla para encubrir las perversiones de representantes de la iglesia (a quien se vinculó también con el caso del cura Borgione), teniendo como rehenes a miles de chicos de la calle victimizados por el régimen burgués; sino también un cascarón vacío que durante años sirvió al lavado de decenas de millones de dólares para ministros como Domingo Cavallo, empresarios como Jorge Born, estrellas como Susana Giménez y montoneros como Rodolfo Galimberti.
Sólo entre 1994 y 1996, Grassi habría recibido del gobierno de Carlos Menem alrededor de 6 millones de dólares, aunque fuentes periodísticas hablan de 17 millones de dólares; esto sin contar los aportes de personas y empresas ni los valiosos terrenos del desguasado Instituto Forestal Nacional (IFONA) cedidos para la instalación del Hogar.
Ninguno de ellos, ni el gobierno ni los empresarios, hicieron nunca preguntas. Ahora se rasgan las vestiduras por "los pobres chicos de la calle".
Tal vez hagan caer sobre Grassi "todo el peso de la ley" –aunque harán lo imposible para salvarlo–. Pero la iglesia, los empresarios y los gobiernos patronales no podrán exculparse de haber engendrado, promovido y sostenido a los Grassi y sus fundaciones. Sólo por esta razón, el régimen burgués de conjunto debe ser barrido de la historia por la acción conciente de la clase obrera y las masas explotadas de la Argentina.
Gustavo H. Mayares