El sitio desde el que diré lo que tenga ganas, sobre lo que tengas ganas y cuando tenga ganas: literatura, política, artes, la vida y el mundo...

martes, noviembre 14, 2006

El comisario Diego Spina o la nueva cruzada del Torquemada moronense

Como ya te avisé, apareció la Metro Nº 2 (se consigue en los mejores kioscos de la zona oeste del GBA o te podés suscribir enviando un mail a metro_sub@yahoo.com.ar) con un material imperdible: entrevista a Sabbatella; otra desde la cárcel de Ezeiza a Roberto Canteros, el único detenido por los sucesos de Haedo de un año atrás (impresionante lo de Raúl!!!); la historia de los Estudios San Miguel (excelente Alfredo!!!); un informe sobre los túneles para el FC Sarmiento (impresionante lo de Fede!!!), y mucho más. Y una última página dedicada a responder a la "campaña" que dedican a la revista y a mí en lo personal desde la Secretaría de Políticas Comunicacionales de la Municipalidad. Que dice más o menos así:

En su edición del 4 de octubre pasado, el semanario La Opinión de Morón publicó un pretendido «análisis» del justicialismo moronense en el que incluye a esta revista dentro de una conspiración global cuya pretensión sería acrecentar «la campaña de desprestigio para bajar el caudal de votos de Sabbatella».
Para el libelo, metrópolis suburbana (que «con sutileza» exhibe un «perfil fuertemente partidario» –en qué quedamos: ¿es sutil o fuerte…?) no es más que parte del andamiaje conspirativo motorizado por Mario Oporto, que se suma a un hipotético «diario de similar tenor», a «volantes anónimos que suelen inundar las calles de Morón», a los médicos que reclaman mejores salarios en el Hospital Municipal y al PO de Hurlingham.
La verdad salta a la vista: el autor del disparate cree que los lectores de ese periódico son imbéciles.
Para publicar tan temerario «análisis», Alberto Ventosa –director de LO– no se preocupó por consultar a ninguno de los presuntos conspiradores con el objeto de completar su artículo –como corresponde a la ética periodística– ni intentó verificar semejante dislate con otras fuentes –como es de práctica en esta profesión–. Incluso aseguró al director de esta revista que no había escrito el citado despropósito. En buen romance: a pesar de ser el director, no se hizo cargo.
Es lógico: Ventosa no es periodista, probablemente no sepa redactar un artículo coherente y obviamente carece de ética profesional. Encima, a poco de comprar LO, echó a sus trabajadores de prensa con el fin de ahorrar costos y, por ende, acrecentar sus ganancias.
Entonces, ¿quién es el autor «fantasma» de la falaz especie que Ventosa dio por cierta? Aparte de llenar sus páginas con las gacetillas que las oficinas de prensa de Morón, Hurlingham e Ituzaingó le envían (LO es un verdadero boletín oficial de los tres municipios), es vox populi –y todas las fuentes consultadas lo corroboran– que los «artículos de fondo» relacionados con Morón aparecidos en ese medio son redactados por un profesional del periodismo advenido burócrata municipal: el muy católico Diego Spina, secretario de Políticas Comunicacionales de la Municipalidad.
Entre sus muchas tareas (como aprobar suculentas pautas publicitarias para Ventosa), Spina se toma el tiempo para elucubrar conspiraciones inverosímiles que tienen por víctima al intendente Martín Sabbatella. Eso no sería un problema si no fuera porque las hace publicar en medios gráficos y en las radios locales a través de llamadas telefónicas anónimas, pues considera idiotas a los vecinos de Morón, capaces de tragarse sin chistar sus cristianas alucinaciones.
Por su permanente militancia católica, Spina se cree Torque-mada. Como al inquisidor, lo domina el miedo a perder sus privilegios y por eso ha iniciado una caza de brujas que incluye la difamación y la perfidia. Teme como a la peste perder su im-portante salario y avanza en su cruzada contra los infieles que amenazan su triste estabilidad de oficina.
O, tal vez, Spina se imagina un comisario político: él decide qué está bien y qué está mal publicar en los medios locales y regionales; cual clásico stalinista, si algo escapa a su rígida vara tiende a ver y divulgar conspiraciones desde la poderosa usina que controla, señalando a trotskos que devoran inocentes infantes para mejor servir al fascista, enemigo de la moral y la libertad…
Por eso es dable imaginarlo en su oscuro despacho, devanándose los sesos –entre rezo y rezo– para emular a su probable admirado Horacio Verbitzky, quien suele ejercer similar tarea también desde las sombras; pero que, a diferencia de su replicante local, a veces tiene el valor y la dignidad de dar la cara y estampar su firma al pie.