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martes, enero 29, 2008

Mi nuevo blog

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sábado, enero 26, 2008

Composición tema: el aburrimiento

Estoy aburrido. No sé qué cuernos me pasa pero me siento espantosamente aburrido; con todo: con el trabajo, con las lecturas (no hay un puto libro-novela-cuentos que me entretenga), con las salidas, con la comida, con la cerveza, con todo!!! ¿Será la soledad? No sé. El caso es que me tomo una birra o una siesta o escribo estas líneas de puro aburrimiento, nomás.

Por ahí me instalo frente a la PC y planifico el año, desarrollo un “plan de trabajo 2008” que ya tiene como cuatro páginas y me ilusiono con los proyectos, con los planes (algunos medio locos o descabellados, pensará Maru –mi socia y amiga– pero sin decir palabra en contrario cuando se los relato), y paso el rato. La verdad es que me tiene bastante preocupado lo que vendrá próximamente; no preocupado mal –o sí, en algún sentido– sino en función de que no sé cómo cuernos haré para llevarlos adelante, para concretarlos; es que me faltan recursos de todo tipo: humanos, materiales, económicos…

Pero al rato largo todo y me pongo a pensar y reflexionar sobre este aburrimiento que me acosa, que –por ejemplo– me impide escribir algo de ficción. Para escribir una novela (pongamos por caso Mar del Plata, iniciada y avanzada. Linda novela!) necesito estímulos; no me preguntes de qué tipo, pero necesito estímulos físicos e intelectuales. Entonces la dejo ahí, archivada; le echo un vistazo de cuando en cuando, muy de cuando en cuando; le añado un par de líneas o, como máximo, un párrafo, y enseguida pasa al olvido (no al olvido propiamente dicho, sino más bien a una especie de abandono inmerecido pues, insisto, es una linda novela, tal vez la mejor que he comenzado).

A veces me cuelgo con algo (ayer, por ejemplo, con una larga crítica a las boludeces que escribe GC en Oestiario); pero nunca dejan de ser boludeces también, asuntos intrascendentes, puerilidades sin mayores consecuencias. ¿No será que TODO lo que escribo es puerilidad sin mayores consecuencias? Tal vez; o quizá lo vea de ese modo productos del aburrimiento, ¿no? Cuando uno está-se-siente aburrido todo tiende a ser pueril, inconsistente, aburrido!!!

Quizá sea verdad que necesito ayuda; me lo han sugerido varios: que el psicoanálisis te haría bien, etc. (Tanto yo como la mayoría de quienes me sirven de interlocutores consideramos que esta aburrimiento crónico –viene de meses– es generado por cierto grado de depresión que alcanzó su clímax durante las fiestas de fin del año pasado, y la depresión, como todo ser inteligente sabe, sólo es tratable a través del psicoanálisis y, finalmente, de los psicofármacos…). Pero ignoro de qué modo estrafalario podría ayudarme con mi aburrimiento-depresión alguien desconocido a quien, a priori, considero más ignorante y estúpido que yo (a lo largo y ancho de este blog podrás hallar referencias veladas y/o explícitas a la ignorancia de los analistas y a la estupidez de la psicología). Además, me aburre la sola especulación de concurrir semanalmente a un psi!!!

Por ende, no sé qué carajo hacer. Sólo me aburro y me dejo aburrir. Las cosas se suceden para aburrirme! Si tan siquiera se me ocurriera alguna idea genial para desarrollar (ver la última: De Palitos, Evangelinas y Deanes) mi vida tendría un sentido; haría un aporte a la humanidad y ello me dejaría bastante satisfecho, al menos por un rato.

Supongo ahora, tras escribir el párrafo anterior, que el aburrimiento tiene que ver, al menos tangencialmente, con la insatisfacción (algún psicólogo/a que diga algo!!! Je je je). Estimo, siguiendo esa línea de pensamiento, que el estar satisfecho con uno mismo provoca que uno se sobreestime (o se estime en su justa medida, no a menos); entonces le escapa a la depresión y, consecuentemente, al aburrimiento (en este punto coadyuvan dos líneas que pensamiento, a saber: 1) que la depresión viene a cuenta de la insatisfacción, y 2) que el aburrimiento es producto de la depresión).

Pero una cosa se retroalimenta de la otra: ¿dónde cuernos hallar algo o alguien que me satisfaga…?

El otro día, sentado a una mesa de café, planteé a amigos-conocidos lo siguiente: que uno de mis mayores temores-terrores consistía en no volver a enamorarme. Que esa ausencia de esperanza amorosa –permítaseme llamarla así– era uno de mis mayores pesares, sino el mayor de todos. Que en la ausencia del objeto amado (por cierta e inexplicable imposibilidad de amar) radicaba o, mejor dicho, radica el vacío existencial (¡qué horror eso de “vacío existencial”!) del que surge la pereza intelectual y emocional (he dicho ya en otras entradas) que me lleva, indefectiblemente, al aburrimiento. (La verdad es que, en dicha mesa, no hablé ni de vacío intelectual ni de pereza; simplemente de mi miedo a no volver a amar, con alguna referencia descolgada al aburrimiento).
Y acá vale una aclaración, por las dudas: mi temor no tiene que ver con no volver a ser amado –lo cual admito como factible: tanto no ser amado como serlo–, sino con que yo no ame. Esto es muy importante, pues hay personas, muchas personas a quienes obsesiona el primer término de la ecuación, mientas que a mí me pasa lo contrario; es decir, no me preocupa ser amado sino amar.

Amar es el motor de la vida. (Valga otra aclaración: no hablo de amar, por ejemplo, a los hijos, como en efecto los amo; sino del amor sexual –definámoslo así–). Amar a una mujer (o a un hombre), amar a otra persona unívocamente, desearla y anhelarla como no se desea ni anhela otra cosa, es el más maravilloso sentimiento que el ser humano puede experimentar. Esa ansia perfecta, inmaculada, rayana en la locura más hermosa, es la que nos hace saber cotidianamente cuan humanos somos, cuan personas somos, pues sólo ella nos hace conocer las cúspides de la felicidad y del dolor. El objeto amado (hombre/mujer) nos define como tales: hombres y mujeres. VIVIMOS (así, todo con mayúsculas) solamente cuando amamos de ese modo aparentemente insano; por interpósita persona, a través del ser amado.Mas cuando ello no ocurre o, peor aún, cuando la posibilidad de que ocurra parece lejana, virtualmente imposible, la vida carece se sentido. Cuando nada tiene sentido, todo es aburrido. Y el círculo se cierra.

miércoles, enero 02, 2008

Tesis: de Palitos, Evangelinas y Deanes

Bajo la ducha y con el estómago medio revuelto, descubrí que la humanidad se divide en tres tipos esenciales de individuos: los Palitos Ortegas, las Evangelinas Salazares y los Deanes Reanes (*).
La tesis viene a colación a partir de una noche de borrachera y de re-enamoramiento furtivo (pasajero, propiamente) y al consecuente y desesperado intento por discernir la naturaleza del amor no correspondido, las vicisitudes que desembocan en él y las penosas consecuencias que desencadena; por ejemplo, esta terrible madrugada que pasé.
Paso a enunciar: una media parte de los hombres se creen enamorados de la totalidad de cándidas mujeres que en cierta medida responden a ese amor pero que finalmente rumbearán para el lado de la otra media parte de los hombres, infinitamente más bellos, seductores, inteligentes, ricos y simpáticos que los primeros.
Los simples Palitos de barrio nos solazamos (vaya desde aquí mi confesión identitaria) en nuestro amor mientras dura, aún sabiendo que llegará el temido (¿esperado?) momento en que las Evangelinas nos abandonarán por (¿falsos?) galanes llegados subrepticiamente de barrios paradisíacos pero desconocidos. Ellas, creídas tales (criaturas angelicales) aún cuando esperpentos, se conforman con aquel sucedáneo amoroso mientras elucubran la perspectiva fatal de la huída con el príncipe azul que vendrá a rescatarlas del ostracismo barrial montados en deportivos convertibles. Y éstos (los Deanes), sofisticados y hermosos, han nacido, se han criado y han crecido con el exclusivo propósito de robar el único tesoro que los primeros rozarán en sus vidas.
Como la naturaleza de las cosas tiende a nivelarse, convengamos también que hay Evangelinas condenadas a permanecer y marchitarse en brazos de Palitos debido a ciertas Palitos (llamémoslas Palitas) que se atraviesan en el camino y bloquean el paso de algunos Deanes medio desorientados, medio Palitos, con lo cual impiden la concreción sumaria de su destino. Los Palitos sedentarios, agradecidos.
Todo, no obstante, se desarrolla sobre la base de supuestos: los primeros creen ser Palitos, las segundas creen ser Evangelinas y los terceros creen ser Deanes. Incluso los primeros están convencidos de que las segundas y los terceros son lo que creen ser; las segundas ni duda tienen que los primeros y terceros se definen de tal modo, y éstos se alegran de que el asunto así sea.
Porque las Evangelinas, a veces tardíamente, descubren que los terceros no son tales sino estalinistas refinados, bravucones simpáticos, cantores que desafinan. Porque los Deanes ven, siempre tardíamente, cómo sus dulces, rubios y nacarados ángeles se transforman paulatinamente en luciferes agrios y descangayados. Y porque los Palitos en ocasiones somos Deanes, en otras Evangelinas, pero regularmente Palitos, es decir: muchachos de barrio sin presente, pasado ni futuro, envueltos para siempre en la añoranza de lo que pudo haber sido, condenados por la eternidad a lamentar privada o públicamente esta hipótesis con cartas sin destino, rimados y dolorosos poemas, canciones vulgares, tratados filosóficos lamentables, novelas y cuentos mediocres, blogs...
El tango, por cierto, viene a corroborar soberanamente esta tesis. Como dije ya en alguna otra entrada de este blog –y han dicho otros mejor que yo–, la música, la poesía, la literatura, el arte, tienen su núcleo en los vaivenes y desventuras de la crisis humana que desencadena la mencionada trilogía de tipos. Más todavía: el motor de la historia, pues, no es la lucha de clases sino la que surge del entrevero de Palitos, Evangelinas y Deanes (**).
Este es, entonces, mi (único y barato) aporte a la baratura de la psicología: llamará a las consecuencias del primero “síndrome Palito”, a las del segundo “síndrome Evangelina” y a las del tercero “síndrome Dean”. Con esta base, con mayor alegría y prestancia, podrá abordar los padeceres (los de sus pacientes-clientes Palitos Ortegas y, en menor medida, Evangelinas Salazaras y Deanes Reanes) que surgen de la premisa inicial, sobre todo de las penosas consecuencias individuales y sociales que acarrea el amor no correspondido.
Aunque vale también la siguiente y lapidaria advertencia a aquellos profesionales subyugados con la vana pretensión de “curarnos”: ojo al piojo, que sin Palitos no habrá poesía.


(*) Descubrimiento colateral: hoy por hoy, ahora por ahora (confesando que estoy algo confundido con esto del “adelantamiento” horario: estaba convencido que este domingo tendría una hora más y no una menos), debo señalar que ‘Mi primera novia’ es la película más humana, vital, realista, sensible y patética que se ha filmado. De pibe, lloraba como loco al verla mientras yo también me enamoraba perdidamente de Evangelina, y la simpatía que me producía Palito y el desprecio que me generaba Dean eran tan intensos como, más tarde, fue a la inversa. De aquella Evangelina, obviamente y a pesar de todo, sigue enamorado el pibe que fui.
(**) Supongo necesaria una aclaración: ni todos los Palitos ni todas Evangelinas ni todos los Deanes son y/o se creen enteramente Palitos, Evangelinas o Deanes. Como quien diría y se mencionó por ahí, hay Palitos con ínfulas de Deanes o Evangelinas; verdaderos Deanes “con alma” de Palitos, y angelicales Evangelinas que se menosprecian como Palitos. Lo que parece difícil, a priori y sin mayores explicaciones, es que existan Evangelinas cual Deanes y viceversa; o son éstos, los pocos que puede haber, justamente, la carne de diván a la que hago alusión en el penúltimo párrafo.

miércoles, marzo 28, 2007

Trece preguntas a Lorena Cancela

Lorena Cancela* es la autora de una serie entrevistas a distintos directores cinematográficos que podríamos definir como ‘alternativos’, término que calificaría a aquellos realizadores que están fuera del circuito comercial y/o de las grandes productoras. Dichas entrevistas conforman el libro Los adulterios de la escucha. Entrevistas con el ‘otro cine’, publicado el año pasado en la Argentina por ediciones La Crujía.
De conjunto, su lectura me dio una visión interesante y al mismo tiempo contradictoria de ese mundo casi desconocido para mí, habitado por hombres, mujeres y películas que en términos generales nunca llamaron mi interés (aquí debo confesar que amo el cine de enorme producción y sobre todo aquellos clásicos de los grandes estudios –Metro, Universal, Paramount, RKO, etc.– que me subyugaron de adolescente y hoy me siguen fascinando–. Digo contradictoria porque el discurso de esos directores-realizadores (también trece en total: Manuel Alberto Claro, Tine grez Pfeiffer, Yusup Razikov, Abbas Kiorostami, Edgar Baghdasaryan, Sue Brooks y Atom Egoyan, entre otros) por momentos me atrae y por otros me repele.
El que sigue es un cuestionario con trece preguntas que envié por e-mail a Lorena y que ella amablemente respondió por el mismo medio (iba o será publicada en la Metro, pero aún no sé fecha de salida, por lo cual ya salió en El Diario de Morón). Ni las preguntas ni las respuestas fueron modificadas o editadas; están tal cual fueron remitidas desde ambas casillas.

1. El Dogma aparece como parámetro del “otro cine”: autor-director-cámara que intenta meterse en la realidad para reflejar crudamente una parte de esa realidad o su visión de ella, a la vez que supone formar parte de la misma como un narrador omnipresente.
A. ¿Ello supone un “no-argumento” en la película? (ojo que no hablo de que carece de argumento sino que tiene un no-argumento).
B. ¿Sólo el cine independiente (como sinónimo del “otro cine”) puede llevar adelante este proceso o también se ve en el cine comercial?
–De acuerdo con lo que dicen algunos de los entrevistados, pareciera que en estas narrativas alternativas se filma partiendo de la idea de la cámara como ojo y donde el rodaje es el momento en el cual se deciden muchas cosas como, por ejemplo, el argumento. A veces el narrador es uno más dentro de ese proceso, a veces se contenta con registrar esa suerte de historia. Creo que las nuevas tecnologías han tenido una fuerte incidencia en este modo de producción el cual - aunque no es “nuevo”: de una concepción similar partían algunos de los cineastas franceses de la “nouvelle vague”, pensemos en Godard – es bien contemporáneo. Sin embargo, las diferencias con sus antecesores estarían hoy en las posibilidades que brinda la tecnología de manipular la imagen en el momento de la post- producción en la computadora, por un lado, y en la maleabilidad de la cámara, por el otro. A propósito se explayan algunos de los entrevistados como Manuel Claro de Dinamarca o Apichatpong Weerasethakul de Tailandia. Sí, el cine comercial empieza a incorporar algunos de estos procedimientos, sobre todo, los cambios de textura (cámara DV, fílmico) que eran propios de estos cines.

2. El presente del cine, en tanto forma artística, ¿está centrado en la búsqueda de reflejar la realidad (la verdad), intentando no aparecer como intermediario entre esa realidad reflejada y el espectador?
–Algunos directores creen que el cine refleja, de una u otra manera, algo de lo real, algo de la verdad. En este sentido se expresa Abbas Kiarostami en el libro. Otros no. A diferencia de la modernidad cinematográfica (fines de los ’50, principios de los ’60) donde se partía de una idea de cine como ventana abierta al mundo - recordemos a Bazin y su postulado “el cine devela la ambigüedad de lo real” - hoy no hay una idea rectora en este sentido, hay ideas.

3. En el prólogo del libro, vos hablás de cómo las nuevas tecnologías facilitan como nunca antes, el acceso a la realización cinematográfica (cámaras digitales, etc.)
A. ¿Ello no supone un condicionamiento del lenguaje cinematográfico –en el buen sentido– para los realizadores?
B. Y al mismo tiempo, ¿no los condiciona –en el mal sentido– cuando los filmes son hechos en esos formatos, al igual que el bajo presupuesto habitual en este tipo de realizaciones?

–Lo más interesante de las nuevas tecnologías es que democratizan el hecho de hacer películas. Claro que existen buenos y malos usos de las mismas. Con respecto al lenguaje cinematográfico en sí las cámaras digitales lo renuevan de una manera interesante: por su liviandad y peso permiten variados encuadres, mayor movilidad y un tratamiento cuasi pictórico de la imagen.

4. Desde medios como Clarín, hay una fuerte crítica con respecto a que esas nuevas tecnologías, sumadas a la cantidad de subsidios que otorga el INCAA, facilita la realización de una cantidad de producciones sin taquilla, que al mismo tiempo saturan el mercado con productos de dudosa calidad, llevando al espectador argentino medio a acentuar un acentuado prejuicio con relación al cine nacional (“moroso”, “aburrido”, etc.). ¿Vos qué pensás sobre eso?
–En primer lugar no me parece que sean aburridas las películas argentinas aunque habría que hablar caso por caso. Cuando escribí Mirada de mosca… manifesté mi entusiasmo por estas nuevas producciones de bajo presupuesto. Incluso el aburrimiento a veces puede generar sentimientos estéticos: el cine no está solo para entretener. Por otro lado, exceptuando algunas comedias o películas de terror, a mí me parecen “aburridas” la gran mayoría de las películas que veo producidas en Hollywood. La mirada, como todo, se construye. Entiendo que si a un espectador le muestran solamente cierto tipo de cine se acostumbre a ese y rechace en principio una propuesta que pueda estar en las antípodas. Sería importante que exista una verdadera libre elección de qué mirar, pero para que eso ocurra tiene que haber una conjunción de varias cosas: políticas culturales que apoyen la transformación de la mirada, acompañen a las películas “raras”, fomenten la reflexión sobre el hecho cinematográfico. Pero hablo de una situación ideal y lograr todo eso no es nada fácil. Esbozo apenas intuiciones, impresiones.

5. Las intros que hacés a las entrevistas al director de 4 y a Claire Denis, me hacen acordar a El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante.
A. ¿Qué opinión tenés sobre Peter Greenaway, quien –a mi modo de ver– ha combinado la experimentación con lo comercial, con gran éxito de público y excelente consideración de la crítica especializada?
B. ¿Podría encuadrarse dentro de lo que vos en tu libro calificás como cine barroco?
–Completamente. Estoy muy de acuerdo con lo que decís.

6. Edgar Baghdasaryan, de Armenia, responde a una de tus preguntas que “el cine verdadero no puede tener ninguna meta comercial; yo no hago cine comercial”.
A. Planteado ello en los términos concretos del mercado capitalista, ¿su respuesta no supone un desprecio al espectador, en tanto “consumidor” concreto?
B. ¿Qué es cine comercial y qué no? ¿Dónde está el límite y cómo definirlo? Quiero decir que el cine supone a priori la existencia de un espectador, so pena de quedar como ejercicio masturbatorio, pues los otros, con su impresión sobre la obra, provocan la realización de la cosa artística (todo esto más allá de la visión más o menos megalómana que tiene este director, a mi parecer, del cine en general y de si mismo).
–Por cuestiones de hegemonía cultural, la idea sobre el cine en el siglo XX quedó ligada a la idea consumo, es decir, sujeción a la ley de oferta y demanda. También a la intuición que el cine cuenta historias con introducción, conflicto y desenlace. El cine es eso, pero es también muchas otras cosas. Para Bazin, el ya mencionado crítico francés fundador de “Cahiers du Cinema” admirador de los clásicos norteamericanos (Welles, Hitchcock, Hawks), el futuro del cine eran los documentales y éstos, raramente, llegan al estreno comercial. Por ahora, no sé cuál es el límite, pero si puedo decirte que a mí no me molesta ir a ver una película de 10 planos de 10 cielos en distintos momentos del día filmados en Super 8 como tampoco una comedia norteamericana que cuente una historia si es que tiene algo para ofrecerme más allá de los efectos especiales, aunque tampoco critico a las personas a las que les gusta eso.
Es que el cine (su memoria, su inscripción en el terreno de lo simbólico) trasciende la taquilla que es el parámetro hollywoodense. Y Edgar está hablando de eso y de la relación del cine con el dolor, el dolor de todo un pueblo frente a un genocidio y de cómo hacer para que las imágenes puedan, de alguna manera, narrarlo para que no se olvide.

7. Suponiendo que el Dogma y sus secuelas sean “la nueva forma de hacer cine”:
A. ¿es su intención deliberada prescindir de los manifiestamente dramático? (lo que el espectador descubre como ficción, como al final de La nave va, a la que vos hacés referencia).
B. ¿Puede el cine prescindir de lo dramático?

–Esta pregunta es tan compleja de responder, tendríamos que retrotraernos a la Grecia Clásica. Sin embargo, en estas nuevas estéticas se busca representar el drama aunque desde otro lugar, rompiendo con el verosímil de lo que se supone dramático. Supongo que el cine no puede prescindir de lo dramático porque es una forma de ser de la humanidad.

8. La siguiente pregunta puede parecer algo brutal, pero igual te la formulo: ¿Vale la pena que el cine invierta talento, tiempo, recursos, etc., en hacer un documental sobre Heidegger (The Ister), cuando desde el libro se podría haber hecho algo mejor que desde el discurso cinematográfico, aunque esto ocurra navegando sobre el Danubio? Convengamos con que suena poco cinematográfico (y hasta poco prometedor) eso de suplantar actores por conceptos, como señala David Barison sobre su película.
–Creo que estamos frente a dos formas expresivas: la literaria y la cinematográfica. Parten de materialidades diferentes (la letra, la imagen), pero buscan lo mismo: tratar de interpretar o comprender algo. Y el documental es muy interesante y es una lástima que no se haya pasado más veces en Buenos Aires. Yo traté de pasarlo, pero hay mucha burocracia de por medio.

9. ¿No creés que, más allá de The Ister, el cine independiente –incluso el argentino– se dedica más a filosofar que a contar una historia? No podría darte muchos ejemplos, pero esa es la impresión leyendo tu libro; como que teoriza sobre si mismo antes que reinterpretar o redefinir con sus propios códigos la realidad. Lisandro Alonso parece ver eso cuando dice que el nivel local cayó en los últimos años a una mediocridad alarmante.
–Es muy inteligente lo que decís. Quizás estamos en un momento del cine donde, como vos bien definís, éste se hace filosófico o auto-conciente porque se pregunta sobre sí mismo. El advenimiento de las nuevas tecnologías (y todos los cambios acontecidos en los últimos años) promueven este tipo de interrogantes. Así ocurrió con la llegada del sonido y después de la Segunda Guerra Mundial por las innovaciones técnicas y las transformaciones políticas. Pero a diferencia del pasado, el problema estaría hoy en definir qué es la realidad. Y eso el cine lo problematiza cuando se ve imposibilitado de construir una mirada unívoca.

10. Es muy interesante lo que plantea Wang Mean-Cheol al afirmar que “el cine es capaz de heredar todo el legado cultural de la historia de la humanidad. El cine puede unir todos esos medios en un solo canal”; calificándolo, en fin, como una síntesis de todas las formas del arte. Incluso sugiere que todos podemos involucrarnos en él y no sólo como meros espectadores.
A. ¿Coincidís con él y por qué?
B. ¿Cuáles serían las formas en que uno, en tanto espectador, puede involucrarse más allá de lo contemplativo?
–Yo trato de hacer cosas con los medios que tengo a mi alcance, tengo una computadora, escribo, conozco a un director de cine y participo en una de sus películas. Busco no encasillarme para no anquilosarme y, al mismo tiempo, siento una especie de responsabilidad. Quiero producir, ir y venir y estar en el mundo: en esa parte del mundo que por ahora elegí que es el cine. Ahora estamos teniendo esta maravillosa charla por mail y es una manera de involucrarse. A veces siento que me involucro contra viento y marea y desde ahí me siento cerca de Wang.
No diría que estoy en contra, pero sí que no me siento a gusto con la idea del espectador (ni del intelectual) como un tipo que solo contempla, que está en el más allá, que entra en una suerte de delirio cuando mira un film, aunque muchos films promuevan este tipo de estados y estén buenos. Me encanta mirar y contemplar, pero un sentido activo. Aunque la contemplación a la que hace referencia Wang tiene que ver más con la sujeción, con la dominación a lo icónico y menos con la liberación de la mente y por supuesto estoy de acuerdo de con él.

11. Tu crítica de La libertad, de Lisandro Alonso, deja bien parada a la obra, como algo fundamental, con infinitas lecturas posibles y un nivel de disfrute o interpretación más allá de lo visual. No obstante, me da la impresión que hay que ser especialista como vos para poder percibir todo ello, y que el espectador común o promedio –como puedo ser yo–, a quien supongo debe dirigirse una película (ojo, siempre intentando elevar el nivel del mensaje), queda como ajeno a todo eso, siente que se prescinde de él, de quien pretende ver-aprehender-gozar con la obra artística.
A. ¿Es que no encaja el concepto “entretenimiento” dentro de los cánones –si es que los tiene– del “otro cine”?
B. ¿El entretenimiento se excluye con los supuestos “contenidos profundos”?
–La verdad que La libertad me parece una película muy interesante y para nada restrictiva, es cuestión de animarse, está editada en video. Aparte la interpretación no es una posibilidad solo para el crítico. Por otro lado, también es cierto que estos otros cines están empezando a generar una suerte de canon llamémoslo festivalero. Supongo que es parte del proceso creativo que se entienda algo y se repita, como si fuera un ritual. Interpreto que el entretenimiento al que te referís es distinto al que yo me refería más arriba. Y, de acuerdo con lo que entiendo es el entretenimiento para vos, no, no lo deslindo de los contenidos profundos pues me interesa mucho la comedia.

12. ¿Considerás a Raúl Perrone como un precursor de este tipo de cine?
A. ¿Qué opinión tenés sobre su obra?

–Sí, totalmente, Raúl la vio. Me gustó el título que le pusieron a la entrevista que hicimos en marzo del 2006 para Caras y Caretas: ‘El dogma argentino vive en Ituzaingó’. Aparte es alguien muy inteligente y sobre su obra he escrito bastante. Hace poco participé en frente de la cámara en una de sus películas, todavía no se exhibió.

13. En muchas partes de tu libro hablás de la cinefilia. ¿Qué es ser cinéfilo hoy?
–Ser cinéfilo hoy es estar interesado por el cine a lo largo y a lo ancho.

(*) Lorena nació y vivió en Ituzaingó, y es licenciada y profesora de Arte en la UBA. Es autora de Mirada de mosca, ensayos sobre films argentinos 01/03...; participa en festivales cinematográficos del exterior y colabora asiduamente en publicaciones especializadas de Australia, España, EEUU, Irlanda y Chile.